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Richard Boroto es considerado como uno de los precursores del atletismo en Cuenca, pues, si bien no fue un erudito en dicha materia, contribuyó con ideas innovadoras y técnicas para construir el anillo atlético del estadio Alejandro Serrano Aguilar, además de otros escenarios a nivel nacional, y gestionó la realización periódica de competencias juveniles con la intención de fomentar la práctica de este deporte en la sociedad azuaya.

Sus estudios en Relaciones Internacionales, efectuados en The American University, en los Estados Unidos, lo obligaron a aprender  español a plenitud, pues para poder ejecutar obras sociales en distintos países del mundo debía hablar varios idiomas.

Fue por eso que en 1966, con 25 años, arribó a Cuenca, como miembro del Cuerpo de Paz, un organismo estadounidense que envía a voluntarios a más de 70 países a trabajar con gobiernos, escuelas, organizaciones no lucrativas, instituciones no gubernamentales y empresas en las áreas de educación, negocio, tecnología de información, agricultura y ambiente.

Comenta que nunca fue entrenador de atletismo, ni mucho menos, pero que gustó de la práctica de esta disciplina, pues desde joven participó en la escuela y colegio en competencias de media milla (aproximadamente 800 metros lisos) y postas en sus distintas distancias: 4 x 400 metros, 4 x 200, 4 x 400 y 4 x 800. Fue por esa razón, a más de que en Cuenca el atletismo era una disciplina que no tenía demasiado interés en la sociedad, que aceptó venir como preparador de deportistas.

“Como estudiaba Relaciones Internacionales, gente de Estados Unidos me habló de la posibilidad de llegar a Ecuador como entrenador de atletismo para poder hablar español y yo dije: ‘pero no soy coach’. Ellos me respondieron que me iban a preparar, además me recalcaron que el nivel era bien bajo acá”, recuerda, quien actualmente es director del Centro Cultural Ecuatoriano Abraham Lincoln, un instituto de inglés que tiene tradición en la Atenas del Ecuador.

Desde su arribo a la capital azuaya laboró como entrenador de la Federación Deportiva del Azuay, además de ser profesor de Educación Física en colegios tradicionales de la urbe como el Benigno Malo, Rafael Borja, La Salle, Técnico Salesianos y Manuel J. Calle, en los que inculcó sus conocimientos más profundos. También fue maestro de la carrera de Cultura Física de la Universidad Católica desde 1978 hasta el 2006 en que obtuvo su jubilación.

Dentro de sus aportes al deporte base cuencano está su participación de la construcción del anillo atlético del Alejandro Serrano, en 1968, pues era quien tenía conocimientos de cómo había que efectuar los trazados y cuáles eran las exigencias que debía tener una pista de primer nivel para la práctica de la disciplina.

“Recuerdo que realizamos el trazado de 400 metros reglamentarios. Antes (1967) la superficie era de lastre, pero para 1968 la pista fue elaborada con carbón de piedra y en los bordillos de esta se aplicó un material de piedra que era utilizado por el Municipio de Cuenca para las aceras de las calles (…) recuerdo que costó alrededor de 14.000 sucres”.

La periodicidad de competencias era básica para alcanzar el nivel alto de los atletas, comenta Boroto. Para ello, ya como miembro del directorio de la Federación Deportiva del Azuay (FDA) impulsó eventos a campo traviesa anuales en los que aparecieron los primeros talentos de la materia, uno de ellos Rolando Vera, ganador en cuatro ocasiones de la carrera San Silvestre de Brasil.asi como los primeros interclubes y eventos de Provincia donde salieron deportistas nombrados y que luego vistieron los colores del país como Adriana la Gacela Martinez,Elvira Rodas,Freddy Mercado,los hermanos Sacoto,Freddy Rea,Lucas Durán,las Hermanas Chimborazo,Manuel Bravo,Mayra Carchi entre otros deportistas que dieron lustre al Azuay y al País.

“Era notoria la falta de conocimientos de los deportistas. Recuerdo que en las competencias colegiales yo era el juez de partida, era increíble cómo los muchachos y muchachas no sabían ni colocarse en los tacos para la partida, pero con los eventos de campo traviesa todo cambió, con el tiempo fue mejorando el nivel”, analiza.

Con el alza de nivel del deporte base el apasionamiento de Richard aumentó. Tal era el interés por colaborar con los deportistas que comenta que se realizaban gestiones con gente de la llantera -hoy llamada General Tire Andina- para fabricar discos de lanzamientos de caucho para los juegos intercolegiales.

“Además conocí a un zapatero llamado Luis Barros, quien había trabajado en Estados Unidos y sabía cómo implantar en el calzado normal, a través de sueldas de roscas, los clavos para que se conviertan en modelos de velocidad”, menciona con satisfacción.

Su dialecto aún refleja sus raíces estadounidenses, aunque su corazón está en Ecuador, pues a más de haber sido uno de los precursores del atletismo en la ciudad, está casado con la morlaca Gloria Carrasco, con quien dio vida a tres hijos.

La Familia del Atletismo Ecuatoriano y la FEA y CONSUDATLE  retribuye el esfuerzo de este personaje, con un justo Homenaje al dar nombre a un evento de tracendencia Internacional 

(Tomado parcialmente de Andrés Carpio Guevara ∙ Cuenca)